1ª parte: El carbohidrato en las dietas tradicionales
Pero, en relación al carbohidrato, ¿siguen teniendo representación estas recomendaciones en las actuales dietas populares? ¿Qué cantidad y calidad de carbohidratos, así como combinación con otros macronutrientes, es la adecuada, ante todo si la dieta debe marcar un modo de vida, y no ser sólo una dieta pasajera con objetivo de reducción de peso puntual?
El carbohidrato juega un papel decisivo en las concepciones
dietéticas de las últimas décadas, sea por el control de su cantidad, de
su calidad o su combinación con otros macronutrientes, como podemos
observar en las tres tendencias dietéticas tradicionales de más
relevancia:
Dietas de disociación de alimentos:
El principio básico de este tipo de dietas se basa en la creencia de que los distintos tipos de alimentos se digieren de diferente manera y no deben comerse juntos.
La dieta de este tipo más conocida es la del Dr. Hay,
la cual se basa en la creencia de que eliminando los alimentos
refinados y evitando la mezcla de proteínas y carbohidratos el cuerpo
sana por sí sólo y pierde peso. Se explica el aumento de peso como un
desequilibrio metabólico que es resultado de una mala digestión, que
viene de hacer una dieta mixta, pues las enzimas necesarias para la
digestión de carbohidratos y proteínas operan de manera óptima en
distintos ambientes químicos. Sin embargo, no hay una base científica
para afirmar que un estado ácido choca con el estado alcalino sano del
cuerpo. La dieta afirma que cuando ambos nutrientes se comen juntos, sus
enzimas se neutralizan y detienen el proceso digestivo causando aumento
de peso.
La mayoría de los alimentos contiene de manera natural los
tres macronutrientes en distintas proporciones, por lo que no hay razón
para creer que no puedan digerirse juntas con éxito en el cuerpo.
De
hecho, la leche materna, que se puede denominar como el nutriente más
natural, es perfectamente absorbido por el cuerpo y presenta el
siguiente reparto de macronutrientes: grasa: 48-54%, hidratos carbono:
38%, proteínas:8%.
El principio básico de este tipo de dietas se centra en ingerir carbohidratos con un índice glucémico (IG) bajo. El IG clasifica a los alimentos según la rapidez con que liberan azúcar (glucosa) en la sangre. Según la rapidez de liberación de insulina se le dio a los alimentos el valor de IG entre 1 y 100. En las dietas basadas en el IG se suele limitar el tipo de carbohidratos a los que tienen un IG de menos de 50, observándose rápidas pérdidas de peso. De hecho, existen muy pocos productos naturales con un IG mayor de 50. Los alimentos con IG bajo suelen contener más fibra, están menos procesados y no contienen tanta glucosa como los que tienen un IG alto. La dieta más conocida en este sentido, y precursora de varias posteriores, es el método Montignac.
Una dieta con IG bajo se recomienda en para personas con diabetes o con
resistencia a la insulina, o que quieran prevenirla. La mayoría de las
combinaciones de dietas modernas tienen entre sus objetivos principales
el control del azúcar sanguíneo y la reducción de picos de insulina. En
las dietas IG se incide sobre una característica del carbohidrato (el
IG), pero no sobre su porcentaje en el valor calórico total, como lo
hace la siguiente concepción dietética.
Dietas de control cuantitativo de carbohidratos:
Numerosas dietas populares alteran la proporción de carbohidratos recomendada por la pirámide de SENC (55-60% del valor calórico total) aumentándola o reduciéndola. Si nos centramos en el extremo bajo, se observan dietas con un porcentaje muy bajo de carbohidratos estrictamente controlado.
Cabe destacar la popular dieta Atkins (“low-carb”),
dieta basada en la limitación rigurosa en la ingestión de
carbohidratos, con el fin de producir cetósis, el estado en que el
organismo agota sus carbohidratos y comienza a quemar grasa para obtener
energía. En la dieta Atkins los niveles de carbohidratos incluso llegan
a bajar del 15% del valor calórico en el inicio del programa.
Si bien
estamos ante una concepción dietética muy practicada, ante todo en
Estados Unidos, puede suponer un grave problema de desequilibrio
nutricional, aparte de difícil práctica a largo plazo. En la concepción
de Atkins se rebaja notablemente la ingestión de carbohidratos, viéndose
incrementada la de grasas y proteínas. La cetosis inducida sí parece
reducir el apetito, o el sólo hecho de casi eliminar del todo un grupo
alimentario es un cambio tan fuerte que debe bastar para que se empiece a
adelgazar. Estamos ante una dieta radical, que puede producir, por
ejemplo, problemas de presión arterial. A su vez, la falta de fibra
puede provocar estreñimiento y aumentar el riesgo de cáncer de colón,
mientras que la limitación de frutas y verduras puede originar
deficiencias de micronutrientes.
En la segunda parte del artículo se trata la aplicación que han tenido estas tres tendencias dietéticas en las “dietas modernas”.
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