Sin embargo, y más allá de nuestra voluntad de mantener el peso o incluso de bajar de peso, lo cierto es que nos sentimos irresistiblemente atraídos por las patatas fritas, las hamburguesas, la pizza, el chocolate, los helados.
Todo sería mucho más fácil si los alimentos más ricos fueran a la vez los más nutritivos y saludables para nuestro organismo, pero sabemos que no es así. Esto se debe a que nuestra atracción por los azúcares y los alimentos ricos en grasas viene con los genes.
Los alimentos ricos en grasas, como la comida chatarra, resultan sabrosos porque provocan una sensación de deleite especial en nuestra boca y además poseen un alto grado de saciedad. Según los expertos, cuando se deja de comer grasas, en cierta medida, se pierde esa sensación.
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